jueves, 7 de enero de 2010

El año que Sandro partió


2010 el año que Sandro nos dejó, la verdad, debo reconocer que me ha dado mucha tristeza su muerte, quizas tanto sufrimiento, hubiera querido para él, uno de los buenos, un final distinto, pero bueno, la vida tiene estas cosas, esas injusticias.
De lo que leí sobre el, el artículo que más me ha gustado, es el que publica la Fundación Pelota de Trapo, escrito por Oscar Taffetani y la comparto con ustedes en este blog.
Y si...Sandro era de los nuestros!

Sandro: las alegrías y las tristezas de un pueblo
07/01/10

Por Oscar Taffetani

(APe).- Hasta su nombre y apellido eran comunes: Roberto Sánchez. En las guías telefónicas de la Argentina y América hay miles de Roberto Sánchez. Por eso aquel muchacho bonaerense, que a principios de los ’60 se abría camino en el competitivo mundo de la canción, necesitó llamarse Sandro. Sandro y los de Fuego primero. Luego, simplemente, Sandro.

La pregunta, la hermosa pregunta que muchos de nosotros nos hacemos cuando asistimos al nacimiento de un ídolo popular es ¿por qué? ¿qué es lo que tiene Sandro que le ha ganado este fervor? ¿cómo puede viajar así, incólume, a través de las generaciones? ¿qué les dice Sandro a los que fueron? ¿y a los recién llegados? ¿y a los que van a venir?

Maravillosa falta de respuestas. Maravilloso nacimiento de una leyenda. Quien intente explicarlo en términos racionales, aritméticos, salidos de la teoría musical o de cualquier otra teoría, fracasará. Que se rinda entonces ante la evidencia, ante la simple evidencia, de que Sandro fue uno de los elegidos para llegar y quedarse, eternamente, en el corazón del pueblo.

La burocracia que administra la fama, a través de los medios de masas, de los honores oficiales y los grandes negocios, intentó decir por estas horas que las dos últimas recomendaciones de Sandro fueron que los fumadores dejen pronto el cigarrillo y que todos consideren la donación de órganos como un acto generoso que permite prolongar la vida.

Pero se equivoca la burocracia, aunque acuda a los lugares comunes. Se equivocan los técnicos del marketing. El legado de Sandro, su gran mensaje al futuro, no está dicho ni escrito con palabras. Y ni siquiera con canciones. El legado de Sandro comenzó a construirse en un tiempo ya inmemorial, con pequeños gestos, casi imperceptibles, que le fueron indicando al pueblo –que nos fueron indicando a todos- que allí latía, que allí luchaba, soñaba y triunfaba uno de los nuestros.

Sí. Uno de los nuestros. Fiel hasta la muerte. Insobornable.

Que la burocracia administre los pequeños asuntos de Sandro: el cementerio donde descansarán sus restos; el laboratorio donde serán estudiados sus pulmones y su corazón; y la reproducción de sus discos; y la distribución de sus películas.

El pueblo, por su parte, el pueblo que maneja grandes asuntos como la memoria y los sentimientos, ya le tiene asegurado, desde hace mucho, un lugar inviolable. Ahí está con Huguito, con el Gordo del bandoneón, con el flaco de los claveles rojos, con aquel Chango de Córdoba…

Mamma mía. Qué orquesta.

5 comentarios:

el_iluso_careta dijo...

sabías que antes de sandro y los de fuego eran sandy y los de fuego y sandy era el gordo billy bond????

Liliana dijo...

No, no lo sabía, lo que leì en estos dìas es que tambien concurria al legendario Bar de los 60 La Cueva, pero que los rockeros de aquel entonces lo ninguneaba, y si, Sandro se fue alejando del rock con los años, pero eso no es reprochable.

Liliana dijo...

Y debe ser que nadie recuerda que él tambien formó parte de La Cueva, por que yo tendo dos documentales sobre la historia del rock nacional, y no recuerdo que lo nombren como que el tambièn concurria.

Liliana dijo...

A todo esto otro personaje llamado Billy Bond comienza a hacer de las suyas en La Cueva o como el mismo lo cuenta en un reportaje:
" . . .Cuando con Los Guantes Negros (banda formada Ricardo Lew, Willy Verdaguer Walde que era un báterista profesional y Billy Bond, banda imitación de los Beatles) estaban en lo mejor época de su suceso, yo frecuentaba un lugar en la calle Pueyrredón que se llamaba La Cueva de Passarotus, que era un lugar donde se encontraban los músicos de Jazz, Astarita, Alchourrón, todos esos tipos tocaban Jazz en ese lugar.
Como lo que a mí personalmente me gustaba realmente era el Jazz porque es la madre del rock, la madre del blues y la madre de todos, lo que iba a escuchar era eso, pero funcionaba solamente dos días por semana.
En una de esas idas conocí al encargado del lugar, de nombre Bravo, entonces con él, Carlitos Carnaza, que era bajista de Las Sombras y con un peluquero amigo mío que no tenía nada que ver con nada, hicimos un acuerdo, una especie de sociedad para explorar ese lugar y hacer una Cueva Beat.
Ahí reformamos La Cueva entera, pasamos papel en las paredes, las pintamos, en esa época ya se escribía en las paredes, no con spray pero ya se escribía.
En esa jugada nos mantuvimos, me acuerdo que lavamos y limpiábamos, ahí Carnaza y este chico amigo decidieron traerlo a Sandro para que viniera a frecuentar el lugar y Sandro se hizo amigo nuestro, pero tipo así de tocar hasta las 6 de la matina. Nosotros hacíamos eso porque como Sandro era famoso, conseguíamos notas.
Ahí viene la famosa historia de que Sandro era dueño de La Cueva y se sacó unas fotos allá.
Al principio de La Cueva tocaban Las Sombras y Sandro venía a veces los viernes o los sábados a las 3 de la matina después de los shows y de repente subía y tocaba algo, entonces se empezaron a juntar todos los músicos, se juntaron Las Sombras, los músicos de Sandro, Los Guantes Negros y empezó y empezó a crecer la bola.
Empiezan a venir Los Shakers, Pájarito Zaguri, que era un cajetilla, venía de Africa con smoking, Morís, el gordo Martínez, que era empresario mío antes de los Bobby Cats, Javier Martínez. Ahí terminábamos de tocar a las 5, 6 de la matina y nos íbamos a pasar el día a un motel que tenía el padre de Javier porque terminábamos de resaca. Tanguito también aparecía, pero no entraba mucho a La Cueva porque era menor de edad, igual que Medina. Pasa el tiempo hasta que alguien nos pone una bomba, me acuerdo que cuando explota yo estaba atrás de todo y estaba lleno de gente, serían bombas de efecto pero dos veces nos tiraron una bomba.
Llego un momento que la policía venía todos los días, se puso insoportable y los chicos, en vez de parar en la esquina empezaron a encontrarse en La Perla del Once (pizzeria que se encontraba frente a la estación de tren Miserere).
En ese momento Cacho Abbas que tocaba la guitarra en los Guantes Negros, nos quiere llevar a todos a San Pablo. Yo le digo que no porque no sabía el idioma, y se van Willy Verdaguer, Tonio Sanas, Raúl Frias, que era baterista de Los Sombras, y otros más de los que venían a La Cueva. Ellos se convierten en Os Beat Boys, tienen un gran suceso en Brasil y son tope del movimiento de la nueva ola. ..."
Extraído del reportaje realizado por Ezequiel Avalos, del libro 'Historias del Rock de Acá'. editora AC y Ezequiel Avalos, noviembre de 1995.

Marta Elena dijo...

Hola Liliana gracias por visitar mi blog, estuve revisando el tuyo y está muy interesante.
Te comento que por este medio, más que en FB inclusive, se hacen unas amistades muy interesantes y nutritivas cuando hay intereses en común. Al menos esa ha sido mi experiencia a casi 4 años de tenerlo.
Se comienza llenando soledades y se continua llenando requerimientos de los amigos.
Saludos desde Venezuela
Nota: te escribo en el post de Sandro, porqué la verdad aquí lo amábamos mucho.