ADICCIONES
ENFOQUE “CAUSAS SOCIALES”
ENFOQUE “CAUSAS SOCIALES”
(Foto: trabajador en altura - Liliana)
Para prevenir las adicciones deben conocerse e identificarse bien las causas, ¿por qué un sujeto llega a la adicción? ¿Qué pasa en esta época para que tanto la droga como el alcoholismo ocupe un lugar preponderante?.
Clara Alvarez, dice al respecto: "no hay una sola causa, por la que un sujeto llegue a una adicción, no hay una sola causa orgánica, ni una sola causa social”, y sobre esta última, la social, realizare mi indagación.
Enrique Pichón Riviere define a la conducta “como un conjunto de operaciones, materiales y simbólicas, por las que un sujeto-en-situación intenta resolver sus contradicciones internas y con el medio, es decir, el conjunto de operaciones por las que, en un permanente intercambio con un medio social vincular, se intenta resolver la contradicción entre necesidad y satisfacción”.
Enrique Pichón Riviere plantea una psicología social fundada en una concepción del sujeto como síntesis de sus relaciones sociales, poner la mirada en lo interaccional, lo intersubjetivo, para comprender lo intrapsiquico, implica a su vez cuestionarse por otras relaciones que afectan y determinan a los vínculos: el orden grupal, el orden institucional, y el más fundante: el de las relaciones.
La conducta en la que estamos presentes como sujetos totales, “es emergente”, esta determinada por un interjuego de causas internas y externas, por causas históricas y causas actuales. De allí que se habló de una pluralidad causal, una ecuación etiológica de los múltiples factores que se articulan o convergen en la determinación de una estructura de comportamiento. Pichón Riviere señala entonces la operación en el aquí y ahora de la génesis de un sujeto, la incidencia del orden social, la incidencia de un contexto de relaciones sociales más generales y de vínculos más directos y estrechos.
Pichón Riviere habla de un “factor ambiental” (junto con Salzman y Rasconvsky) donde señala la incidencia de un factor o constante ambiental en la evolución somática, afectiva e intelectual.
Señala entonces la incidencia de la relación sujeto-contexto en la génesis y evolución de la enfermedad.
El perfil de las enfermedades que afectaron a las poblaciones a lo largo de cien años experimento diferentes cambios, determinando lo que la Organización Mundial de la Salud caracterizó en diferentes estadios: el dominio por las enfermedades infecciosas ligadas a la pobreza, la mala nutrición y la deficiencia higiénica ambiental; el estadio definido por el cáncer y las enfermedades cardiovasculares y en las que los modelos de atención individual predominan como instrumento de prevención y tratamiento, y finalmente, las llamadas enfermedades del tercer estadio.
Es en estas últimas donde se presentan los cambios en las condiciones sociales de las familias y las comunidades como el desempleo, las migraciones, la disolución familiar y otros que están asociados con la violencia, el abuso de alcohol y la adicción a las drogas en proporciones epidémicas.
Entre las contingencias o los riesgos relacionados con el marco sociocultural se considera en particular el punto definido como “tolerancia social”. Los miembros de una sociedad o de un grupo adoptan maneras similares repetidas en el tiempo para enfrentar y disponer de una situación una y otra vez. Estos patrones definidos por Kluckhon como los medios por los cuales se realiza la integración del individuo, expresan diferentes relaciones entre las que están aquellas representan lo que es considerado como “aceptable” aunque no sea deseable y que se toma aquí para componer la categoría denominada “tolerancia social”. Es decir, son patrones de comportamiento que implican la indulgencia hacia hábitos de abuso de sustancias piscoactivas en el entendido de que constituyen una forma general de ser y no justifican , por lo tanto, una actitud de censura severa o significativa.
Esta tolerancia modela las concepciones del medio familiar y comunitario acerca del manejo farmacológico del conflicto o el estrés derivado, y sus efectos se hacen sentir sobre el campo sanitario y educativo. Por otra parte, también incluye áreas no ligadas (abiertamente) al conflicto, por medio de creencias y de normas que pautan la relación con las sustancias psicoactivas y dispensan de su consumo o de su abuso frente a determinados sucesos sociales (fiestas, celebraciones, etc.). De hecho la estrategia publicitaria de una infinidad de productos trabaja entre los límites de estas concepciones participando también de su formación.
Lo cierto es que, al día de hoy, el problema del uso indebido de sustancias pisco-activas está caracterizado por los estereotipos de “la adicción a las drogas ilegales” y es desvinculado de los problemas originados por el alcohol y el tabaco y, también, por la utilización abusiva de fármacos medicinales.
La peligrosidad de la sustancia queda determinada por el régimen legal de proscripción y, en consecuencia, la seriedad del problema suele quedar limitada y, por cierto, teñida más de “lo lícito” que el concepto de daño o riesgo.
La bebida como acto social permite hasta cierto punto retraerse de la otra adicción del hombre moderno, que es “progresar en el mundo”, y es una forma de transición hacia el juego. Sullivan creía que dichas “fugas” eran necesarias en vista del ritmo excesivamente acentuado de la vida moderna. Hachar la percepción reduce la urgencia de la acción y permite que el mundo que forma el pasado y el futuro revista mayor prominencia. Otro modo de decir lo mismo es afirmar que los objetos de la percepción pierden parte de su articulación y adquieren cualidades cercanas a las que son propias de los objetos de la fantasías.
Freud dice: la vida que nos es impuesta resulta gravosa, nos trae dolores, tareas insolubles, para soportarla no podemos prescindir de calmantes.
No se han identificado una personalidad alcohólica específica, aunque en efecto existen características que pueden ser asignadas al modo de vida del individuo que se dedica a la bebida. Wilkins sugirió que la propensión a los accidentes podía ser encarada como un fenómeno analógico al alcoholismo, y señaló, que la propensión implica una contingencia de circunstancias que no pueden ser subsumidas en la estructura de la personalidad.
La tradición cultural tiende a estructurar el sentido de la bebida de manera tal que el individuo probablemente beberá por razones afectivas o en situaciones de tensión, no como miembro integral de una comunidad moral, sino simplemente para satisfacer sus necesidades individuales de adaptación.
Esto último significa que las costumbres sociales, las condiciones económicas y los factores idiosincrásicos pertenecientes al medio, son tan importantes en la etiología del alcoholismo como la estructura de la personalidad.
Hugo Miguez (graduado de la UBA – Psicología) cree que la vocación de los abusadores resulta de un interjuego de presiones que han llevado a la persona a atravesar zonas de desesperación y angustia.
AMBITO LABORAL
La propensión individual implica aquí rasgos de personalidad que, frente a la presencia de factores tensionantes dentro del medio de trabajo, tienden más a modificar su percepción que a la adopción de alternativas que intenten cambiar la fuente que los produce. En este último caso se encuentra ubicada la utilización de las sustancias psico-activas dentro del medio laboral.
Miguez plantea, que de acuerdo a investigaciones realizadas, la tolerancia social se presenta normatizada a través de factores que justifican o proponen la recurrencia al consumo al alcohol por sus efectos en el logro de cierto bienestar psíquico o en el alivio de tensiones y de incomodidades ocasionadas en una condición de trabajo inadecuada.
También detecta que el sistema de creencias que acompaña el uso de alcohol variaba según diferentes ámbitos; sin embargo, se podría distinguir una característica general: la bebida casi siempre era presentada por su carácter utilitario frente a condiciones de trabajo que implicaban una fuerte carga de tensión para el que debía manejarse con ellas, de manera que su papel era considerado como un facilitador de la tarea. Aunque la justificación era racionalizada de manera inversa, siendo entonces la condición de “dureza del trabajo” (no de la condición en que éste se realiza) lo que justificaba la bebida como recompensa y no al revés.
Las creencias vinculadas al papel facilitador del alcohol aparecieron en relación con las situaciones de sobrecarga física y de inseguridad. Según Freud, respecto a las drogas, “el apartamiento de la realidad permite el refugio en un mundo propio que ofrezca mejores condiciones a su sensibilidad”.
Ejemplos:
Estibadores portuarios:
Las cuadrillas que entregaban un equipo o mano para cargar y descargar bolsas del barco, fijaban un ritmo en función de la cantidad de toneladas necesarias para alcanzar una remuneración adicional. Se consideraba que los miembros que no usaban bebidas alcohólicas “arruinaban la mano”. Según ellos trabajaban a un ritmo menor y conspiraban con el objeto de lograr el plus.
Tomar agua implicaba el corte del efecto analgésico sobre la sensación de dolor y cansancio.
También la neutralidad del miedo frente a situaciones en altura “el vino saca los reflejos del agua que atraen al estibador y evita la caída”.
Trabajadores de la Construcción:
En el caso de los trabajadores de la construcción la creencia de que el haber tomado vino hace hormigonear la sangre haciendo que sea menos vulnerable frente al golpe de una caída.
Obreros petroleros, forestales, Trabajadores de frigoríficos.
Atemperar el frío para aquellos trabajadores de carga y descarga de alimentos congelados.
Trabajadores en contacto con electricidad:
Situación de riesgo en relación con el manejo de alta tensión, trabajos en altura.
Marinos, Viajantes, etc. :
En condiciones que implican desarraigo.
Estudiantes:
Algunos toman anfetaminas para despertarse o ampliar su conciencia.
En conclusión:
La estructura SOCIAL, pondría a los sujetos en situación de riesgo, y algunos de los factores desencadenantes de las adicciones podrían ser:
LA SOBRECARGA, LA INSEGURIDAD y LA NECESIDAD DE ADAPTACIÓN:
Motivada por:
Exposición Física: DOLOR, FRÍO,GOLPES, CAÍDAS,CANSANCIO.
Exposición Emocional: RIESGO, VULNERABILIDAD,MIEDO, DESARRAIGO
Presión social: SER EL MEJOR, TRIUNFAR, RENDIR, GANAR, CONSUMIR.
“Enfermedad” como inhabilitación y “Mal Necesario” como condición inevitable del puesto de trabajo, introdujeron un sesgo del cual no escaparon muchos estrategas de prevención poco cuidadosos a la hora de revisar el medio sobre el que se iban a aplicar.
La insistencia en los factores individuales que redujeron el problema exclusivamente a la propensión individual, dejo fuera los elementos necesarios para una prevención integral del uso de sustancias psicoactivas en el trabajo.
La organización social y material de la experiencia de los sujetos promueve en ellos el aprendizaje, la salud mental, o por el contrario se constituye en un obstáculo para una adaptación activa a la realidad, para el desarrollo de una relación dialéctica, de transformación recíproca entre el mundo y el sujeto.
Bibliografía:
Uso de sustancias psicoativas Investigación Social y Prevención comunitaria Hugo Miguez
Apuntes para una Teoría de la conducta Ana P. Quiroga
Alcoholismo Un abordaje interdisciplinario David J. Pittman
Etiología del alcoholismo Edición 1977 – Ediciones Horme SAE
Psicología de la vida cotidiana Introducción a la 2º edición Enrique Pichon Riviere y PG. 9 – Nueva Visión 1985 Ana Quiroga.
Actualidad Psicológica Las Adicciones Ejemplar Nº 233
Clase sobre Adicciones 24/6/96 Clara Alvarez
Clara Alvarez, dice al respecto: "no hay una sola causa, por la que un sujeto llegue a una adicción, no hay una sola causa orgánica, ni una sola causa social”, y sobre esta última, la social, realizare mi indagación.
Enrique Pichón Riviere define a la conducta “como un conjunto de operaciones, materiales y simbólicas, por las que un sujeto-en-situación intenta resolver sus contradicciones internas y con el medio, es decir, el conjunto de operaciones por las que, en un permanente intercambio con un medio social vincular, se intenta resolver la contradicción entre necesidad y satisfacción”.
Enrique Pichón Riviere plantea una psicología social fundada en una concepción del sujeto como síntesis de sus relaciones sociales, poner la mirada en lo interaccional, lo intersubjetivo, para comprender lo intrapsiquico, implica a su vez cuestionarse por otras relaciones que afectan y determinan a los vínculos: el orden grupal, el orden institucional, y el más fundante: el de las relaciones.
La conducta en la que estamos presentes como sujetos totales, “es emergente”, esta determinada por un interjuego de causas internas y externas, por causas históricas y causas actuales. De allí que se habló de una pluralidad causal, una ecuación etiológica de los múltiples factores que se articulan o convergen en la determinación de una estructura de comportamiento. Pichón Riviere señala entonces la operación en el aquí y ahora de la génesis de un sujeto, la incidencia del orden social, la incidencia de un contexto de relaciones sociales más generales y de vínculos más directos y estrechos.
Pichón Riviere habla de un “factor ambiental” (junto con Salzman y Rasconvsky) donde señala la incidencia de un factor o constante ambiental en la evolución somática, afectiva e intelectual.
Señala entonces la incidencia de la relación sujeto-contexto en la génesis y evolución de la enfermedad.
El perfil de las enfermedades que afectaron a las poblaciones a lo largo de cien años experimento diferentes cambios, determinando lo que la Organización Mundial de la Salud caracterizó en diferentes estadios: el dominio por las enfermedades infecciosas ligadas a la pobreza, la mala nutrición y la deficiencia higiénica ambiental; el estadio definido por el cáncer y las enfermedades cardiovasculares y en las que los modelos de atención individual predominan como instrumento de prevención y tratamiento, y finalmente, las llamadas enfermedades del tercer estadio.
Es en estas últimas donde se presentan los cambios en las condiciones sociales de las familias y las comunidades como el desempleo, las migraciones, la disolución familiar y otros que están asociados con la violencia, el abuso de alcohol y la adicción a las drogas en proporciones epidémicas.
Entre las contingencias o los riesgos relacionados con el marco sociocultural se considera en particular el punto definido como “tolerancia social”. Los miembros de una sociedad o de un grupo adoptan maneras similares repetidas en el tiempo para enfrentar y disponer de una situación una y otra vez. Estos patrones definidos por Kluckhon como los medios por los cuales se realiza la integración del individuo, expresan diferentes relaciones entre las que están aquellas representan lo que es considerado como “aceptable” aunque no sea deseable y que se toma aquí para componer la categoría denominada “tolerancia social”. Es decir, son patrones de comportamiento que implican la indulgencia hacia hábitos de abuso de sustancias piscoactivas en el entendido de que constituyen una forma general de ser y no justifican , por lo tanto, una actitud de censura severa o significativa.
Esta tolerancia modela las concepciones del medio familiar y comunitario acerca del manejo farmacológico del conflicto o el estrés derivado, y sus efectos se hacen sentir sobre el campo sanitario y educativo. Por otra parte, también incluye áreas no ligadas (abiertamente) al conflicto, por medio de creencias y de normas que pautan la relación con las sustancias psicoactivas y dispensan de su consumo o de su abuso frente a determinados sucesos sociales (fiestas, celebraciones, etc.). De hecho la estrategia publicitaria de una infinidad de productos trabaja entre los límites de estas concepciones participando también de su formación.
Lo cierto es que, al día de hoy, el problema del uso indebido de sustancias pisco-activas está caracterizado por los estereotipos de “la adicción a las drogas ilegales” y es desvinculado de los problemas originados por el alcohol y el tabaco y, también, por la utilización abusiva de fármacos medicinales.
La peligrosidad de la sustancia queda determinada por el régimen legal de proscripción y, en consecuencia, la seriedad del problema suele quedar limitada y, por cierto, teñida más de “lo lícito” que el concepto de daño o riesgo.
La bebida como acto social permite hasta cierto punto retraerse de la otra adicción del hombre moderno, que es “progresar en el mundo”, y es una forma de transición hacia el juego. Sullivan creía que dichas “fugas” eran necesarias en vista del ritmo excesivamente acentuado de la vida moderna. Hachar la percepción reduce la urgencia de la acción y permite que el mundo que forma el pasado y el futuro revista mayor prominencia. Otro modo de decir lo mismo es afirmar que los objetos de la percepción pierden parte de su articulación y adquieren cualidades cercanas a las que son propias de los objetos de la fantasías.
Freud dice: la vida que nos es impuesta resulta gravosa, nos trae dolores, tareas insolubles, para soportarla no podemos prescindir de calmantes.
No se han identificado una personalidad alcohólica específica, aunque en efecto existen características que pueden ser asignadas al modo de vida del individuo que se dedica a la bebida. Wilkins sugirió que la propensión a los accidentes podía ser encarada como un fenómeno analógico al alcoholismo, y señaló, que la propensión implica una contingencia de circunstancias que no pueden ser subsumidas en la estructura de la personalidad.
La tradición cultural tiende a estructurar el sentido de la bebida de manera tal que el individuo probablemente beberá por razones afectivas o en situaciones de tensión, no como miembro integral de una comunidad moral, sino simplemente para satisfacer sus necesidades individuales de adaptación.
Esto último significa que las costumbres sociales, las condiciones económicas y los factores idiosincrásicos pertenecientes al medio, son tan importantes en la etiología del alcoholismo como la estructura de la personalidad.
Hugo Miguez (graduado de la UBA – Psicología) cree que la vocación de los abusadores resulta de un interjuego de presiones que han llevado a la persona a atravesar zonas de desesperación y angustia.
AMBITO LABORAL
La propensión individual implica aquí rasgos de personalidad que, frente a la presencia de factores tensionantes dentro del medio de trabajo, tienden más a modificar su percepción que a la adopción de alternativas que intenten cambiar la fuente que los produce. En este último caso se encuentra ubicada la utilización de las sustancias psico-activas dentro del medio laboral.
Miguez plantea, que de acuerdo a investigaciones realizadas, la tolerancia social se presenta normatizada a través de factores que justifican o proponen la recurrencia al consumo al alcohol por sus efectos en el logro de cierto bienestar psíquico o en el alivio de tensiones y de incomodidades ocasionadas en una condición de trabajo inadecuada.
También detecta que el sistema de creencias que acompaña el uso de alcohol variaba según diferentes ámbitos; sin embargo, se podría distinguir una característica general: la bebida casi siempre era presentada por su carácter utilitario frente a condiciones de trabajo que implicaban una fuerte carga de tensión para el que debía manejarse con ellas, de manera que su papel era considerado como un facilitador de la tarea. Aunque la justificación era racionalizada de manera inversa, siendo entonces la condición de “dureza del trabajo” (no de la condición en que éste se realiza) lo que justificaba la bebida como recompensa y no al revés.
Las creencias vinculadas al papel facilitador del alcohol aparecieron en relación con las situaciones de sobrecarga física y de inseguridad. Según Freud, respecto a las drogas, “el apartamiento de la realidad permite el refugio en un mundo propio que ofrezca mejores condiciones a su sensibilidad”.
Ejemplos:
Estibadores portuarios:
Las cuadrillas que entregaban un equipo o mano para cargar y descargar bolsas del barco, fijaban un ritmo en función de la cantidad de toneladas necesarias para alcanzar una remuneración adicional. Se consideraba que los miembros que no usaban bebidas alcohólicas “arruinaban la mano”. Según ellos trabajaban a un ritmo menor y conspiraban con el objeto de lograr el plus.
Tomar agua implicaba el corte del efecto analgésico sobre la sensación de dolor y cansancio.
También la neutralidad del miedo frente a situaciones en altura “el vino saca los reflejos del agua que atraen al estibador y evita la caída”.
Trabajadores de la Construcción:
En el caso de los trabajadores de la construcción la creencia de que el haber tomado vino hace hormigonear la sangre haciendo que sea menos vulnerable frente al golpe de una caída.
Obreros petroleros, forestales, Trabajadores de frigoríficos.
Atemperar el frío para aquellos trabajadores de carga y descarga de alimentos congelados.
Trabajadores en contacto con electricidad:
Situación de riesgo en relación con el manejo de alta tensión, trabajos en altura.
Marinos, Viajantes, etc. :
En condiciones que implican desarraigo.
Estudiantes:
Algunos toman anfetaminas para despertarse o ampliar su conciencia.
En conclusión:
La estructura SOCIAL, pondría a los sujetos en situación de riesgo, y algunos de los factores desencadenantes de las adicciones podrían ser:
LA SOBRECARGA, LA INSEGURIDAD y LA NECESIDAD DE ADAPTACIÓN:
Motivada por:
Exposición Física: DOLOR, FRÍO,GOLPES, CAÍDAS,CANSANCIO.
Exposición Emocional: RIESGO, VULNERABILIDAD,MIEDO, DESARRAIGO
Presión social: SER EL MEJOR, TRIUNFAR, RENDIR, GANAR, CONSUMIR.
“Enfermedad” como inhabilitación y “Mal Necesario” como condición inevitable del puesto de trabajo, introdujeron un sesgo del cual no escaparon muchos estrategas de prevención poco cuidadosos a la hora de revisar el medio sobre el que se iban a aplicar.
La insistencia en los factores individuales que redujeron el problema exclusivamente a la propensión individual, dejo fuera los elementos necesarios para una prevención integral del uso de sustancias psicoactivas en el trabajo.
La organización social y material de la experiencia de los sujetos promueve en ellos el aprendizaje, la salud mental, o por el contrario se constituye en un obstáculo para una adaptación activa a la realidad, para el desarrollo de una relación dialéctica, de transformación recíproca entre el mundo y el sujeto.
Bibliografía:
Uso de sustancias psicoativas Investigación Social y Prevención comunitaria Hugo Miguez
Apuntes para una Teoría de la conducta Ana P. Quiroga
Alcoholismo Un abordaje interdisciplinario David J. Pittman
Etiología del alcoholismo Edición 1977 – Ediciones Horme SAE
Psicología de la vida cotidiana Introducción a la 2º edición Enrique Pichon Riviere y PG. 9 – Nueva Visión 1985 Ana Quiroga.
Actualidad Psicológica Las Adicciones Ejemplar Nº 233
Clase sobre Adicciones 24/6/96 Clara Alvarez