miércoles, 1 de junio de 2011

La madre y su niño

La madre y su niño

Como de costumbre salio de su casa a las nueve y media y se detuvo un momento deseoso de embeberse en la resplandeciente mañana.
Las tejas rojas de algunos chalecitos contrastaban su color con el cielo tan azul, la luminosidad del sol contribuía a darle el aspecto de calle jardín al corto pasaje de una cuadra donde vivía, de anchas veredas por la mitad embaldosadas completándose el resto hasta el cordón con el verde del pasto que los vecinos se esmeraban en mantener corto y parejo, pero esperó también a una mujer que se acercaba desde la esquina y que desde unos días antes coincidía con su partida, caminaba por el medio de la calzada, blanqueada de luz, allí casi no pasaban vehículos, llevando sobre su vientre a su pequeño hijo que tendría, conjeturo, un año y meses, llevaba botitas de paño que asomaban sobrepasando la cintura de la madre, esta cargaba al chico como en un dibujo de Kathe Kolwitz, y le conversaba sonriendo y en voz baja , era joven, pero no una muchacha y lo que llamamos maternal emanaba de ella formándole un alo.
Caminaba a la par de ella y si bien no alcazaba a oír lo que le estaba diciendo contemplaba su expresión y advertía el interés de la criatura que con los ojos clavados en los de ella parecía atenderla fascinado, cuando el chico sonreía, el dialogo era evidente, la madre abstraída, no parecía saber que la estaban observando, esta comunicación con el niño ya le había llamado la atención, pues el cuadro repetía el de días anteriores pero solo en ese instante lo aturdió como una revelación, ella conversa con una prolongación de si misma, la madre le habla y se hace muy claro que ella y el niño están aun tan unidos como antes del nacimiento, no puede apartar la mirada de ese único ser fantástico imaginario y sin embargo real que se desplaza a su mismo paso y cree comprender por primera vez el verdadero vinculo profundo, entrañable, nunca palabra fue tan adecuada, entrañable, entre la madre y el hijo, el chiquito va montado a caballo sobre el vientre de la mama claro que ignora que de allí proviene pero esto es lo mejor, lo que mejor se entiende en ese instante, se intuye que lo carga así por comodidad, debe pesarle menos, uniendo sus manos con los dedos engranados, lo sostiene por la espalda, y el chico, es visible, acepta la postura como la mejor la mas natural, desde la distancia que los separa no se oye lo que ella le dice, pero se distinguen en cambio todos los sentimientos que inspira esa suave sonrisa , esto es algo mas que una simbiosis, es una nueva variante de la unidad clásica de la madona y el niño que no se advierte en cambio en ese otro grupo que se aproxima y en el que una mujer lleva de la maño a su pequeño pero que ya camina a su lado, vuelve mirar a ese extraño ser en el cual por la magia de esa mañana se reúnen dos solo en uno, dan vuelta la esquina, la madre como otros días va sencillamente a la compra pero esto, pensó medroso y a la vez deslumbrado, representa la obstinada renovación de la vida, la infinitud inmortal de la vida, su eternidad, no hay duda que el niño le contesta, pues le sonríe, tal vez algo expresa o balbucea en la media lengua de esa edad, se impone una vez mas la sensación que ese charloteo tiene mucho de soliloquio es una conversación pero es como si la madre dialogara consigo y sin embargo al mismo tiempo esa delicada sonrisa que es todo su rostro explica su arrobamiento, este prodigio sagrado que es tu vida, la vida, te la he dado yo, esto es que la maravilla, como si acabara de descubrir que inexplicadamente ha contribuido a crear nutriendo con su sangre y todos los anhelos del espíritu a ese niño que siendo tan propio como ella lo proclama en toda su actitud, es sin embargo, lo sabe, otro ser humano, ella a encendido una nueva alma sobre la tierra, y esa sonrisa y sus inaudibles palabras componen su agradecimiento extasiado ante el hondo misterio del que ella es parte, media cuadra mas y se separan, llevándose él gravada aquella imagen que aun lo estremece, pues ha transformado en milagroso lo cotidiano.

Cuento de Bernardo Vertvisnky
Bernardo Verbitsky fue un escritor y periodista argentino, (22 de noviembre de 1907 - 15 de marzo de 1979).
Dibujo: Kathe Kolwitz