miércoles, 3 de octubre de 2007

Tierna y Secreta espía



Doctora Lucía Lemos, decana de la Facultad de Comunicación de la Pontificia Universidad Católica

Tierna y secreta espía ¿Qué esconde la mirada femenina?
Dibujo: Laura Peirano (técnica pastel)

La mirada de una mujer expresa sus emociones, incluso aquellas que en determinadas ocasiones pretende ocultar
¿Qué nos dicen las distintas miradas de los seres humanos y, específicamente la de las mujeres? ¿Es distinta la mirada de la mujer de la mirada del hombre? ¿en qué? Al estar más acostumbradas a la libertad expresiva no nos avergonzamos si un amanecer nos llena los ojos de lágrimas, o si transmitimos,solo con una mirada el reproche que queremos hacer a nuestro hijo para no ponerlo en evidencia ante los demás, con un mensaje oral. ¡Cuántos mensajes podemos transmitir con la mirada! Desde aquellos tiempos en que la mujer no podía tomar la iniciativa ante un hombre que le gustaba, ella se daba modos de decir algo con sus ojos, aunque estos estuvieran ocultos tras un abanico. La mirada encuentra al otro. Es ese uno de los regalos de Dios en nuestros ojos. Bien se dice que la mirada es el reflejo del alma. Existen distintos tipos de miradas, según la ocasión y el sentimiento interno de nuestro espíritu. Miradas indiferentes que frenan los intentos de acercamiento de esa persona que no nos gusta. Mirada de gratitud, de quien recibe un favor, un cumplido o un gesto de amistad y amor. Miradas alegres y miradas tristes. ¡Qué lindo es cuando nuestro interlocutor “ríe con los ojos”, y demuestra satisfacción y aprobación a nuestro diálogo! ‘Mujeres de ojos grandes’ la antología de retratos de mujeres cercanas a Ángeles Mastretta, escritora mexicana, no se refiere a la parte biológica del rostro. Esos ojos grandes que tenemos todas las mujeres nos ayudan a abarcar imágenes que están vedados a los demás, a mirar lo que los otros no miran, a retener en nuestra retina lo que va a ocupar un lugar en nuestro corazón y nuestros recuerdos. ¿Qué miramos las mujeres? La condición de la mujer la ha orientado a detenerse en lo particular, en el detalle. Mientras el hombre se fija en lo macro, en lo concreto, la mujer busca el más allá de un hecho, que puede no estar en la superficie. Eso nos permite “leer” en la mirada de nuestros semejantes. Podemos saber cuándo nuestros hijos nos están ocultando algo, o ahora, que las mujeres desempeñamos cargos públicos, detectar qué mensaje nos transmite un subalterno o un cliente, a través de la mirada. La programación neurolingüística, por ejemplo, habla de las técnicas de visualización que sirven para confirmar una información recibida verbalmente, y que son más utilizadas por las ejecutivas que por su pares masculinos. La mirada de mujer también se ha desarrollado a través del arte. Desde que la mujer puede hacer pública su mirada, encontramos muchas obras de pintura, fotografía, cine y video.Patricia Mayayo, en su libro ‘Historias de mujeres, historias de arte’ cita a su vez a la historiadora norteamericana Linda Nochlin, quien se preguntaba: “Por qué no ha habido grandes mujeres artistas? “ Si no han existido equivalentes femeninos de Miguel Ángel, de Rembrandt o de Picasso -afirmaba- no es porque las mujeres carezcan naturalmente del talento artístico, sino porque a lo largo de la historia todo un conjunto de factores institucionales y sociales han impedido que ese talento de desarrolle libremente. La mirada de la mujer estuvo oculta a lo público, a lo externo. La mirada de mujer busca el mensaje. ¿Se han preguntado por qué muchas mujeres miramos las manos de los hombres? Porque ellas nos hablan más que las palabras. La perspectiva femenina busca palabras en los gestos, en el movimiento de las manos o en forma en que se nos acerca un hombre. Descubrimos, con una sola mirada, qué nos va a proponer antes de que nos diga. La mujer se ha quitado las gafas que las tuvo puesta mucho tiempo y ahora mira directamente, mira al mundo de otro modo, sin perder su ternura, su pasión y su deseo. Quien aprende a descubrir la mirada de mujer, la encontrará menos “enigmática e incomprensible” como se nos cataloga en el mundo masculino.
Fotografìa: Liliana López

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