lunes, 15 de octubre de 2007

Las mejillas lloradas - Por Alberto Morlachetti


Las mejillas lloradas
Por Alberto Morlachetti
(APe).- El análisis de los relatos sociales como el de la propia pedagogía nos alerta sobre el uso del lenguaje como fuente de colonización, al entregarnos contenidos ideológicos hostiles a una sociedad de semejantes. Los conquistadores no han dejado de desembarcar: Kant diría en 1775 los americanos no sienten amor, no se preocupan por nada y son perezosos. Para agregar incapaces de gobernarse, están condenados a la extinción. Los niños que dormían sobre hojas de “pindo” o “piri” y acariciados generosamente por el abatí (maíz) o por el curapepé (zapallo) los inscribieron en un tiempo sin memoria.
Los niños guaraníes sostienen los párpados en una proeza irrepetible a la hora de la comida. Isaac Sosa, un pequeño de 3 años de la comunidad mbya guaraní, falleció este fin de semana por anemia severa y desnutrición, informaron médicos del hospital de la ciudad de Jardín América en la provincia de Misiones, después de haber estado hospitalizado dos veces este año. Así de imperfecto es el ojo y la conciencia.
La madre, de 19 años y con otros dos hijos, de 1 y 6 años, dijo: “Acá necesitamos ropa, colchones, calzado y comida para los chicos” y el cacique de la aldea -tío del niño fallecido- Vicente Sosa, denunció la falta de agentes sanitarios y de ayuda. “Estamos lejos de la selva donde están nuestras medicinas naturales”. Nada más cierto. El Dr. Donato de Palma en su libro que trata sobre pediatría en los pueblos del origen, manifiesta que el niño guaraní se hallaba rodeado de un paisaje bonito “que le brindaba con largueza las maravillas de un reino edénico donde alimentos y medicamentos tan diversificados se ofrecían como un don divino”.
-I-
Son tiempos de rupturas dramáticas de fraternidad, de no proximidad, de escasas relaciones productivas de humanidad. Pero mientras las entrañas de ternura no se conmuevan como un sismo ante la pobreza de millones de argentinos, discriminados por color, por género, por edad, por no tener, se hace difícil sostener un compromiso de “amor con la hermosura”.
Los niños son niños, así en el hambre como en la guerra. Tal parece que es tiempo de separar el horror de la semilla. Alguien debe darles cobijo a estos pibes que viven -en el mejor de los casos- a mandioca y reviro o las mil y una noches de la miseria. Pero esta patria está habitada por miles de cachorros que esperan en hilera para ser despedazados. Que el Estado no cuida, aunque sean un poema largo, libre y de amor.
-II-
Históricamente la educación -como aparato ideológico del Estado- está destinada a sembrar capitalismo en serie. El surgimiento de una nueva pedagogía de la ternura ligada a movimientos de protesta por situaciones sociales no tolerables -no se puede tomar vida en vano- activa una reacción porque la alegría ha sido diferida o se ha debido guardar en la memoria y el dolor encuentra distintas formas -como la muerte- para hacerse evidente. La educación popular no puede ser otra cosa que una pedagogía de la ternura que ha comenzado a hilvanar los distintos latidos como un discurso que encarna una protesta silente, pero que apunta a almacenar nuestras mejores emociones hasta echar las campanas al viento en un toque de maitines, un toque de albas, condición humana, conciencia de dignidad.
Aquellos que ya pensaban que el hambre urge tomarlo con la izquierda -como diría Vallejos- que pedían permiso para sembrar la tierra, o para pescar o para cazar al oso melero “cuando todo era hermoso y parecía encenderse bajo el cielo imparcial”, vivían y pensaban que el principio es la igualdad, para evitar el surgimiento de las asimetrías sociales, tenían tatuada la solidaridad en sus convicciones para imponer una distribución equitativa de los recursos.
Niños y adultos guaraníes pertenecientes a una cultura “no civilizada” no tienen los sueños tapiados. Creen que Iwy Mará, la tierra sin mal, puede estar en la tierra, se puede llegar al paraíso sin pasar por el trance de la muerte. Hay que encontrarlo. Sólo hay que salir a buscarlo.
Fuente de datos:La pediatría en las Culturas Aborígenes Argentinas, Donato A. Depalma, SAP Editora (Sociedad Argentina de Pediatría)

Fotografía: Liliana

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