sábado, 12 de mayo de 2007

Desde Laura

"......mamá, papá, para los 15, quiero las tetas...." - Laura Peirano:..
Estamos hablando de una adolescente que pide una prótesis para su cuerpo como regalo para el acontecimiento que tradicionalmente fuera un rito de pasaje en nuestra cultura. Me refiero a "los 15".
Para abordar este tema propongo dos líneas, que se entrecruzarán más de una vez. La adolescencia y el estatuto del cuerpo femenino.Los cambios en este nuevo siglo van a tanta velocidad que corremos el riesgo de perder la perspectiva. La adaptación a lo nuevo, sobre todo en las generaciones jóvenes, es tan inmediata que no deja tiempo para metabolizar la complejidad de los cambios que se operan a nuestro alrededor, así como tampoco, alguna de sus consecuencias. Es por esto que creo pertinente plantear a la adolescencia como espacio cultural mas allá de los parámetros psicobiológicos, aunque sin desconocerlos. La pienso – siguiendo a Octavio Fernández Mouján- como Cultura Viva, para diferenciarla de la sociocultura. Saber no tanto lo que es un adolescente desde su desarrollo evolutivo sino conocerlo en situación, es decir como le toca vivir hoy. Hoy nos encontramos con el adolescente perforado, piercing en algún lugar del cuerpo para ser visto; nos encontramos también con la nueva tendencia de las quinceañeras, que otrora pedían la fiesta, el traje largo o el viaje a disney, hoy piden una cirugía que opere y moldee sus cuerpos. A esto me refiero cuando planteo la Adolescencia como concepto vivo en sí mismo, dinámico, en constante metamorfosis. Al mismo tiempo que no la planteo como un concepto general que atañe a todos los jóvenes por igual.Hoy, tanto la infancia como la adolescencia han sido penetradas por la cultura de la imagen. Los niños, que transitando la latencia deberían estar desarrollando a pleno la ternura y el pensamiento concreto, se ven expuestos cotidianamente a situaciones sobre excitantes. Esto los predispone para afrontar en el futuro su estallido puberal de una manera diferente. Podríamos decir que son niños que se van adolescentizando. Se ven invadidos por estímulos difíciles de procesar con su precario sistema de pensamiento y con una subjetividad aun vulnerable. Esta prematurez, sumada a una sociedad como la actual, que idealiza al objeto en detrimento del sujeto, atenta contra la esencia misma de la adolescencia. Momento de crisis, de confusión y de desestabilización respecto de su cuerpo, respecto de los demás y también respecto de su propio mundo interno. Terreno fértil para las idealizaciones y para el armado de pseudo identidades. Aquí, el impacto fuerte de los medios masivos de comunicación, con sus ideales, deja al joven en un lugar pasivo "consuma y obedezca"
¿Y que ofrecen estos medios masivos?Paradigmas de belleza, y paradigmas de feminidad. Mujer como mujer- adorno cuya máxima virtud es la belleza y la seducción. Mujeres en serie, todas lindas, iguales, mismas tetas, mismas bocas, misma altura. Estereotipo, uniformidad.A este respecto, hay un claro planteo de Marisa P. de Rodulfo, quien considera que esta alienación a la imagen ideal debe entenderse como una tentativa de curación de la adolescente, pues por este sesgo intentaría ser reconocida por el otro.O sea que se alcanza el ideal a riesgo de perder la singularidad, la identidad propia. Renunciar al ideal podría exponerla a que esa falta de reconocimiento le provoque un derrumbe narcisista. El contagio identificatorio seria entonces un recurso, con un alto precio, claro, porque le implica la renuncia a la diferencia, a lo propio, a su historicidad, a sus marcas familiares, a su recorrido singular.Hay un claro acento puesto en el "ser vistas" Miradas, admiradas y .......elegidas. ¿Por el hombre?. Se impone así un modelo físico de mujer deseada que legisla desde la cultura cómo debe ser una mujer para ser aceptada, y quien se aleja de ese modelo, queda por fuera. Fantasma de exclusión que no es fácil de tramitar, menos con una subjetividad tan frágil. Veo a diario publicidades televisivas mostrando mujeres atormentadas por no cumplir con algún modelo impuesto y por ende ser en menos.Ahora bien, el cumplimiento de este imperativo se paga a veces con un alto costo psíquico. Se vive así en una necesidad constante de que nos acepten y nuestro lugar en el mundo nos será dado a partir del reconocimiento del otro .Se vuelve una tiranía del cuerpo, la mujer ubicada así en este "tener que ser linda (o tetona) para otros" no reproduce ni más ni menos que otra forma de control.Este "valgo más si soy elegida" propicia: primero la rivalidad entre mujeres en la lucha de ver quién se parece más a ese ideal, y segundo certifica que es el hombre el encargado de asignar el valor subjetivo a las mujeres. ".....espejito, espejito. ¿quién es la más bella de todas las mujeres? Preguntaba la madrastra de blancanieves en una clásica manifestación de envidia dentro del universo femenino.
¿Somos las mujeres objeto de deseo a partir de la belleza?La belleza siempre ha estado relacionada con lo femenino, pero el tema es analizar de qué belleza estamos hablando. Porque sin lugar a dudas, hay una regulada desde lo social. Se trata de una belleza que dictamina como hay que ser y que cuerpo hay que tener. Como decía anteriormente, es aquí donde la belleza aparece como una nueva tiranía.Pero también podemos plantear otros paradigmas de belleza. A propósito de esto, días atrás escuche en la radio una noticia que decía que en una encuesta realizada, solo el 3 % de las mujeres argentinas encuestadas se consideraba bella. Termina la noticia con el periodista acotando muy suelto de cuerpo...."vamos chicas, arriba ese ánimo!!..." Más allá de detenerme en la seriedad o no de dicha noticia, lo que más me resonó fue pensar en la gran oferta que el mercado ofrece para ser bellas....masajes, cremas, cirugías, gimnasia, camas solares...y tanto esfuerzo ¿para nada?. Ser bellas para no sentirse bellas no es negocio, al menos para el psiquismo.Decía entonces que existen otros paradigmas de belleza, centrados en la singularidad, en el hecho de ser única e irrepetible, en el orgullo de ser una y no las otras. Dejar las comparaciones, que generan competitividad, y básicamente dejar de hacer depender nuestra valía del otro. Dejar de ocuparnos full time a ser lindas, flacas y tetonas para el otro, y comenzar a ocuparnos gratamente de "ser para sí".Esta relación, que se veía en la encuesta mencionada, entre ser y sentirse, me hace preguntarme ¿sirve ser para el otro y no sentirse?. ¿no es esta una posición de neto objeto para deleite del otro?.Seria un hermoso trabajo, como psicoanalistas, comenzar a generar nuevos modos, en donde la adolescente- que busca modelos, y lugares de referencia para poder re armar su subjetividad – encuentre una nueva nómina de deseos para si, que incluya deseos de autonomía, de saber, de goce sexual, de participar en los espacios públicos, de trabajo solidario, de aspiraciones, de libertad de elección, etc.No quedar cristalizada en este efecto de clonación, y en cambio, sentir la gran satisfacción de poder leer su cuerpo singular y encontrar en el las marcas y rasgos que historizan su propia novela, y a partir de allí, y solo de allí, comenzar a escribir, también sobre ese cuerpo, un nuevo capitulo, nunca escrito antes.
Laura Peirano, Psicóloga.
lpeiranorosario@gmail.com
Docente de la Universidad Nacional de Rosario.Actualmente se encuentra cursando el doctorado de dicha Universidad.

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